Cuando faltan 10 días para que termine el mes de septiembre el número de homicidios en el área metropolitana de Cúcuta según estadística de la Policía Nacional asciende a 274, superando por más de una decena las 261 muertes que se registraron en el mismo periodo de 2023.
Toda esta espiral de violencia ha llevado a Cúcuta a ser parte de una de las capitales más peligrosas del mundo.
Enrique Pertuz, director de la Corporación Red Departamental de Derechos Humanos, Corporeddh, señaló que en las cifras que maneja su organización, que coinciden con las de Medicina Legal, en 2023 solo Cúcuta reportó 308 asesinatos, que representan un 53 por ciento del total de homicidios que sucedieron en todo Norte de Santander y que se ubicó en 581.
A falta del último trimestre del año, una de las temporadas más violentas en Colombia, Pertuz no cree que pueda darse una mejora, sino que al contrario la tendencia va a seguir al alza.
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“Hoy la ciudad pasa por una situación muy compleja, no solamente Cúcuta sino también el área metropolitana”, dijo el defensor de derechos humanos.
Pertuz considera que actualmente la capital del departamento atraviesa por un momento muy similar a lo que vivió Medellín o Cali en los años 90. “Esta ciudad es un lavadero hoy, con grandes inversiones en lo comercial, industrial, inmobiliario, pero con dinero producto del narcotráfico, no solo de colombianos, sino también de estructuras mexicanas y venezolanas”, afirmó.
En medio de este panorama, Pertuz considera que las autoridades parecieran no estar entendiendo la conducta de esas organizaciones, que terminan estableciendo alianzas con otros grupos criminales, haciéndose cada vez más fuertes.
“Esos procesos de articulación entre esas bandas con el narcotráfico no va a generar política preventiva, sino reactiva como la que vemos cada vez que pasa un hecho violento”, dijo en referencia a los consejos de seguridad los cuales, a su juicio, “no resuelven absolutamente nada».
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Entonces ¿Qué falta?
Para el director de Corporeddh, además de disposición por parte de las autoridades, falta mucha inteligencia y una depuración al interior de la fuerza pública, para desarticular las redes de cooperación que asegura existen con las bandas delincuenciales desde las instituciones policiales y militares, pues “eso lo que genera es una pérdida de confianza”, sostiene.
De igual modo, otro factor determinante son los resultados, “sí no hay resultados el mensaje que se envía a la sociedad es que el que la hace no la paga, y que el delito sí paga”.
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“Oleadas de violencia”
Para el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, lo que sucede actualmente no es una nueva dinámica, sino que “son oleadas de violencia, que vienen y van en una zona que por ser frontera tiene unas dificultades mayores que otras”.
La lectura de Indepaz no difiere mucho de lo que plantea Corporeddh, en el sentido de que la generación de violencia viene dada por las bandas delincuenciales que se mueven entre Colombia y Venezuela por el control de las economías ilegales.
“Estás dinámicas empiezan a generar nuevas tensiones de los territorios, porque se superponen estos grupos y los mandos”, explicó Indepaz.
Señala además esta organización que la capacidad de recomposición de estas bandas suponen un problema para las autoridades, pues “si asesinan a algún miembro casi que de inmediato se ‘regeneran’, o cambian de nombre constantemente, lo que hace que sea más difícil identificar quién está cometiendo los asesinatos, o cuál es su estrategia territorial”.
Unido a esto vienen los tipos de líderes que están asumiendo el mando de algunas organizaciones, que son más jóvenes y por lo tanto más beligerantes, por lo que no se detienen a planificar si un ataque contra un oponente puede afectar incluso a su grupo familiar.
Muestra de esto fue lo ocurrido recientemente a las afueras de una institución educativa, donde un adolescente de 14 años fue una de las víctimas mortales en un ataque dirigido hacia su padre; o lo sucedido hace unas semanas en una vivienda del barrio Torcoroma, donde una menor de dos años resultó herida en su espalda en medio de un atentado a bala contra sus padres.
Poco optimismo
A pesar de las acciones que adelantan las autoridades desde los gobiernos departamental y municipal, en cooperación con la Policía, hay poca expectativa de que la situación pueda cambiar, al menos en el corto plazo.
“No somos optimistas respecto a que vaya a haber una mejora en toda esta situación de muertes violentas”, dijo el director de Corporeddh, quien ve como nuevo agravante el rompimiento de las conversaciones de paz con el Eln.
Explica que en el área metropolitana de Cúcuta convergen dos frentes de esa organización, como son el frente urbano el Carlos Germán Velasco Villamizar y el Frente Nororiental de Guerra del Catatumbo que, asegura Pertuz, tiene presencia en sectores del Zulia, área rural de Cúcuta y Puerto Santander, “entonces eso puede complicar mucho más la situación”, dijo.
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