En el Cementerio Nuevo de Soledad se ‘siente’ el olvido. De las 2.200 tumbas aproximadas que tiene, hay muchas que están abandonadas. Nadie las mantiene, ni las reclama, pero lo más triste: No se quieren hacer cargos de sus muertos.
Roberto Peña, delegado de la Alcaldía de Soledad para administrar el camposanto, no se atreve a dar un número de las tumbas abandonadas, pero reconoce que son muchas las que permanecen sumidas en el olvido y abandono.
“No entendemos a la gente, aquí los dueños de las bóvedas no pagan impuestos, ni dan un peso para nada, y no se preocupan por mantener sus tumbas”, dijo Peña.
En este cementerio de 48 años de servicio, no solo hay tumbas abandonadas sino también los huesos de los difuntos. Algunos restos reposan en sacos de polietileno revueltos con pedazos de trapos, ropas y trozos de la madera de lo que alguna vez fue un féretro.
“No quieren venir a cuidar sus tumbas; solo aparecen para fechas como el Día de los Fieles Difuntos, la Madre el Padre, o quizás en diciembre. Otros no regresan más y esas bóvedas quedan solas, se llenan de basura, que otras personas, inescrupulosas, les tiran o de la maleza que las envuelve. No quieren mantener estas estructuras”, agregó Peña.
En la víspera de la conmemoración del Día de Los Muertos, la Secretaría de Gobierno de Soledad y Edumas, con el apoyo de Interaseo, la Policía y el Ejército, ejecutaron un plan especial de limpieza en los dos cementerios municipales.
ELTIEMPO