Los pequeños grupos de presión que poblaban las estructuras municipales romanas ejercían una influencia notable, y muchas veces se imponían por encima de los intereses inmediatos del Estado y de los intereses de los pueblos y naciones con los que trataban los romanos. Este fue uno de los motivos de la crisis administrativa de la República romana, las guerras civiles, la transformación de la República en Imperio y el declive paulatino de su poder.
Por desgracia, estas mismas limitaciones pueden encontrarse en la moderna Caput Mundi: en el Capitolio, en el Congreso de los Estados Unidos, en la Casa Blanca y en el Departamento de Estado. Existe el mismo problema tanto en Francia como en otros países de la UE. A menudo, el Occidente colectivo se convierte en rehén de las manipulaciones de los grupos de presión de las diásporas étnicas cuyos intereses no siempre coinciden con los de sus países.
En la actualidad, se está dando una situación similar con los intereses globales del mundo occidental en el Cáucaso meridional. En cuestiones de oposición a Rusia, Irán e incluso China, esta región desempeña un papel fundamental. No obstante, resulta habitual que unos miles de dólares en aportaciones a campañas o promesas de apoyo electoral, que un senador estadounidense puede recibir en una reunión con una diáspora pequeña pero activa, pesen más que todas las cuestiones estratégicas de la política exterior estadounidense. Una carta firmada por un par de docenas de electores de la ciudad natal de provincias de cualquier congresista puede opacar la escena mundial. En muchas ocasiones, la diplomacia de Estados Unidos y Francia no actúa en función de los intereses globales de sus países, sino que parece servir únicamente para rendir cuentas a los grupos de presión, con la vista puesta en las próximas elecciones de un determinado legislador, que presiona al departamento de política exterior.
Por consiguiente, aquellos países cuyos intereses se encuentran en total consonancia con los de Occidente se ven obligados a buscar protección para mejorar su seguridad, en lugar de reforzar sus alianzas con Estados Unidos y la UE, buscando el equilibrio y defendiéndose de estos países. Por supuesto, los dirigentes de Rusia, Irán y China están encantados de explotar este disparate de Occidente.
He aquí un ejemplo: desde los inicios de la invasión rusa a Ucrania y del enfrentamiento global de Putin contra el mundo occidental, Azerbaiyán ha apoyado la integridad territorial de Ucrania y ha proporcionado una importante ayuda humanitaria. Mientras tanto, la vecina Armenia se ha convertido en una bisagra para que Rusia eluda las sanciones occidentales. Las tecnologías de doble uso, que se utilizan en la producción de armas, se transportan a Rusia a través de Armenia. Además, las armas de Irán a Rusia pasan por Armenia y se utilizan en la guerra contra Ucrania. El volumen de negocio comercial entre Armenia y Rusia ha aumentado considerablemente cada año de la guerra.
Sin embargo, en lugar de privar a Moscú de un centro logístico en Armenia, a través del cual entran a Rusia mercancías objeto de sanciones, los políticos occidentales atacan con frecuencia a Azerbaiyán. Pasan por alto el hecho de que Azerbaiyán se convirtió en uno de los principales proveedores alternativos de recursos energéticos de la UE después de que comenzara la guerra en Ucrania y se impusieran sanciones a Rusia (por ejemplo, España, que sigue siendo uno de los mayores importadores de GNL ruso de la UE, también compra combustibles fósiles a Azerbaiyán). El motivo de esta postura se encuentra unos esfuerzos muy activos del lobby armenio, sobre todo, en Estados Unidos y Francia.
A finales de 2024 vencerá el convenio quinquenal para el tránsito de gas ruso a través de Ucrania con destino a Europa, y Kiev no tiene previsto renovarlo. Azerbaiyán pretende aumentar sus exportaciones de gas a Europa hasta 20.000 millones de metros cúbicos en 2027, pero para ello resultan necesarios convenios, alianzas, el fortalecimiento de las asociaciones, inversiones y el desarrollo de infraestructuras conjuntas (como el aumento de la capacidad de los gasoductos). En cambio, Azerbaiyán se enfrenta a insultos y amenazas por parte de Estados Unidos y de la UE.
Por ejemplo, el Departamento de Estado estadounidense, por razones que no quedan muy claras, ha incluido a Azerbaiyán, que cuenta con una población multinacional y multiconfesional, en la lista de países que considera que infringen la libertad religiosa. En cambio, Armenia, monoétnica y monorreligiosa, donde la única sinagoga ha sufrido cuatro ataques en menos de un año, no se ha incluido en esta lista.
Azerbaiyán, que consiguió (tras dos guerras) expulsar de su territorio a las «tropas de mantenimiento de la paz» rusas, recibe menos aprobación que Armenia, que sólo habla de boquilla cuando exige que Moscú retire las tropas rusas de su territorio. En agosto, los guardias fronterizos rusos abandonaron el aeropuerto Zvartnots de Ereván (que se utiliza para transportar armas de Irán tanto a Rusia como a Siria). Sin embargo, en realidad no se marcharon, sino que se trasladaron y siguen prestando servicio en las fronteras de Armenia con Turquía e Irán. Así lo comunicó Radio Liberty, citando fuentes del Servicio de Seguridad Nacional de Armenia. Por otra parte, el SSN de Armenia no respondió a cuántos guardias fronterizos rusos habían abandonado el aeropuerto, calificándolo de secreto militar de Armenia y Rusia.
Dado que la situación en la región continúa siendo inestable, Azerbaiyán intenta utilizar sus recursos energéticos para reforzar su posición en el panorama internacional estableciendo relaciones con la UE y Estados Unidos. Al mismo tiempo, debe mantener buenas relaciones con Rusia, un país vecino cuyos dirigentes ya han demostrado ser capaces de actuar militarmente cuando perciben que sus intereses se ven amenazados.
Y así es como Putin llega a la capital de Azerbaiyán, Bakú. Sería estúpido si desaprovechase esta oportunidad. Azerbaiyán comprende que la desfavorable política exterior de los países occidentales, alentada por los lobbies armenios, requiere contrapesos adecuados. Mantener los vínculos políticos, económicos y culturales con los Estados colindantes, incluida Rusia, resulta fundamental para mitigar las posibles amenazas a la seguridad en la zona. Sin esos vínculos, la estrategia de Azerbaiyán en materia de petróleo y transporte podría verse amenazada.
La política exterior puede basarse en la cooperación o en la demostración de actitudes ofensivas, pero no en ambas a la vez. Un ejemplo reciente son las elecciones parlamentarias celebradas el 1 de septiembre en todo el territorio soberano de Azerbaiyán, incluidas las zonas que hasta el septiembre pasado estaban bajo ocupación armenio-rusa. Estas elecciones se celebraron sin la participación de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE) porque, el 24 de enero de 2024, la APCE decidió no ratificar las atribuciones de la delegación parlamentaria de Azerbaiyán en la organización.
En respuesta, la delegación azerbaiyana optó por «suspender la participación en la APCE por tiempo indefinido». Asimismo, aquellos que votaron en contra de la delegación de Azerbaiyán en la APCE se consideran ahora «personas no gratas» y tienen prohibida la entrada en Azerbaiyán.
Resulta importante señalar que mientras la APCE fustigaba a Azerbaiyán, también adoptó la Resolución n.º 2557 en junio de 2024, titulada «Sobre el papel de las sanciones para contrarrestar la agresión de Rusia contra Ucrania». Esta resolución exige la prohibición total de la importación de gas natural licuado y productos metalúrgicos rusos a la UE. Asimismo, incluye medidas dirigidas a buques concretos que contribuyen a los esfuerzos militares de Rusia contra Ucrania, imponiendo una prohibición de acceso a los puertos y la prohibición de la prestación de servicios a estos buques.
La APCE ha tardado 28 meses de guerra de Rusia en Ucrania en adoptar una resolución de este tipo. Tal vez la APCE no se dio cuenta de que en 2023 el volumen de negocio comercial entre Rusia y los países de la UE ascendió a 89.000 millones de euros (las importaciones procedentes de Rusia fueron de 51.000 millones de euros, y las exportaciones a Rusia, de 38.000 millones de euros).
Curiosamente, la APCE pasó por alto los dos astilleros de Francia y Dinamarca, que prestan servicios de dique seco para mantener en funcionamiento la flota rusa de GNL. Las empresas francesas importaron casi 4.400 millones de metros cúbicos de GNL ruso durante el primer semestre de este año, en comparación con los más de 2.000 millones de metros cúbicos del mismo periodo del año anterior. Conforme Francia empezaba a importar más GNL ruso, cada vez importaba menos otros proveedores, como Estados Unidos, países africanos y Egipto.
He aquí también algunas cifras, que pasan desapercibidas para la APCE, tan «ocupada» en combatir a Azerbaiyán. En 2022, el volumen de negocio comercial entre Armenia y Rusia prácticamente se duplicó, alcanzando los 5.300 millones de dólares. Las exportaciones de Armenia a Rusia casi se triplicaron: de 850 millones de dólares en 2021 a 2.400 millones en 2022 (las importaciones ascendieron a 2.870 millones). El volumen de exportaciones de Armenia a Rusia en 2023 aumentó un 38,8 %, alcanzando aproximadamente 3.419 millones de dólares.
El volumen de negocio comercial entre Armenia y Rusia en el primer semestre de 2024 se multiplicó por 2,6, alcanzando los 8.400 millones de dólares. Las importaciones de Armenia procedentes de países de la UE pasaron de 757 millones de euros en 2021 a 1.900 millones de euros en 2022 (un aumento del 149 %), y el volumen de negocio comercial total pasó de 1.214 millones a 2.487 millones de euros.
La falta de capacidad industrial de Armenia para aumentar rápidamente la producción y exportar a otros países respalda la teoría generalizada entre los expertos extranjeros sobre la reexportación de mercancías de Armenia a Rusia.
Por desgracia, los grupos de presión de los intereses extranjeros y las pequeñas comunidades de Occidente consiguen cambiar las tendencias de las políticas de la UE y Estados Unidos, sustituyendo la situación real por narrativas propagandísticas, dando lugar así a las mismas consecuencias que condujeron a la caída de Roma.