El vigilante que pide la factura y la raya; el detector que pita y convierte a la víctima en blanco de todas las miradas, los espejos por todos lados, las cámaras, mucha tecnología, pero los robos se siguen dando de la manera más sutil, y representaron, el año pasado, el 12 por ciento de las pérdidas en las cadenas de supermercados de Barranquilla.
Se trata de las cifras extraídas por Fenalco Átlántico a partir del Censo Nacional de Mermas, realizado por la firma consultora We Teamy que se dio a conocer la semana pasada en Santa Marta durante el Congreso Nacional de Comerciantes.
Es que según ese estudio el 48 por ciento de la merma (disminución del inventario) en almacenes y supermercados del país obedece a la modalidad de robo y alcanza una cifra cercana a los 226 mil millones de pesos.
En Barranquilla, en el caso de los establecimiento que hacen los controles de inventarios cada año, las pérdidas por este tipo de robo equivale al 12 por ciento, tanto por hurto interno y externo.
Otras grandes cadenas, que hacen valoraciones trimestrales registraron filtraciones (así se les denomina a este tipo de salida de mercancía) de entre 10 y 13 millones en su último periodo de análisis.
En el caso de las estadísticas en general, se destacan los resultados por secciones.
Por ejemplo, en el área de aseo personal y enlatados, el 60 por ciento de los robos tienen que ver con cremas dentales, máquinas de afeitar, desodorantes, enjuagues bucales, cremas de mano, champús.
En la sección de carnes, la mitad de los robos ocurren en las carnes frías. En este caso el impacto en los inventarios es grande porque en esta sección se manejan precios altos.
Entre los artículos más robados están: las salchichas, tocinetas, jamón de pavo y carnes de primera.
También se evidencia que el robo interno en la sección de carnes se ha convertido en algo muy frecuente, revela el informe.
En este caso, hay dos modalidades que se han detectado: una es la de empacar carne de primera categoría con precios de la de segunda (eso quiere decir que hay complicidad de empleados internos con personas externas) y que solo se detecta cuando el empleado de la caja entra en sospecha.
La otra modalidad es la de llevar carne en las botas. Ya hay revisión muy clara y minuciosa con la que se está evitando. Lo otro es que la carne de primera categoría se vende ya empacada y con precio previo, para que no quede a merced del vendedor del momento.
FUENTE EL TIEMPO