A Alejandro Puente las deudas lo tienen como uno de esos muñecos de Año Viejo que descansan en las esquinas de su barrio: ‘llevao’ y con pocas fuerzas. En este año que hoy despide, los cobradiarios fueron su principal tormento, le ocasionaron dolores de cabeza y por eso quiere que esas cuentas pendientes ardan en fuego y sean cenizas antes de que llegue 2018.
Ese deseo explica por qué la residencia donde trabaja, en el popular barrio Rosario, esté custodiada por un motorizado ‘armado’, con casco y chaqueta negra, relleno de sábanas usadas, cortesía de los moteles de esa cuadra.
En la calle 41 con carrera 44, localidad Norte Centro Histórico de Barranquilla, un muñeco de Año Viejo carga en sus piernas un letrero que dice ‘Exterminador de Cobradiarios’, invento de los celadores, vecinos y amigos, todos endeudados.
“Aquí vienen todos los días a cobrarnos de a $2.000 y $3.000, y hasta conocemos a uno que les debe dos millones a casi diez pagadiarios. Por eso ya dijimos que este 2018 vamos a salir de ellos”, expresa entre risas Puente, quien administra uno de los moteles.
El efecto del exterminador, sin embargo, no es otro que hacer reír a quienes tocan puertas para cobrar moras. Puente cuenta que, incluso, más de uno se ha bajado de la moto para sacarse fotos, además de “mortificarnos”.
Esa tradición, la de quemar simbólicamente el pasado y proyectarse para el futuro, no ha sido olvidada aún en los barrios tradicionales de la ciudad, del Atlántico ni de la Costa Caribe. Encontrarlos tampoco es tarea sencilla, pero en allí están, medio sentados en sillas plásticas, en las terrazas, o amarrados en postes de electricidad.
Suelen confeccionarse a finales de noviembre y principios de diciembre, cuando los autores intelectuales y materiales rebuscan entre los vecinos la ropa que ya no usan, los periódicos y los trapos viejos.
Así crearon también a ‘El llevao’, un muñeco desgarbado y con abrigo azul que descansa en un hogar del barrio Los Robles, en Soledad. La obra es de Humberto Villanueva y su hijo, quienes este año quisieron rendir tributo a los que no tuvieron un 2017 con economía solvente. Justo eso pretenden dejar atrás. A las 12 de la medio noche, mientras el hombrecillo esté encendido, pedirán todos juntos más prosperidad.
“Yo creo que ese man es venezolano. La verdad es que estamos bien llevaos”, bromea Israel Arroyo, un trabajador en construcción de 43 años.
En otros barrios, como Carrizal, los vecinos esperan deshacerse, además de las deudas, de la inseguridad. Por eso en la calle 51B con carrera 2, un policía del cuadrante se mantiene de pie gracias a las cuerdas atadas a un poste.
Es el patrullero del cuadrante “24/7”, que libra una lucha sin cuartel en contra de los raponazos de celulares y el cosquilleo. Con ese fin le dieron vida sus propietarios, ya cansados de los constantes atracos.
“Carrizal está plagado de robos y peleas de pandillas, y ojalá que alguna de esa gente se confunda cuando vea al muñeco de Año Viejo vestido de policía para ver si disminuyen los atracos. Queremos que eso quede en el pasado”, dice esperanzada Belkys Zabaraín, un ama de casa y comerciante de 28 años.
Ante la situación los vecinos esperan que, por lo menos, nadie se robe el muñeco antes de Año Nuevo.
ELHERALDO