Tener mucho tacto y argumentos sólidos antes de decidir qué aspectos del Carnaval de Barranquilla se deben proteger con la ley de propiedad intelectual y en cuales solo cabe la estrategia de la preservación y promoción, fue una de las conclusiones del reciente II Encuentro de Carnavales del Caribe que tuvo como escenario la Universidad del Norte y el que participaron delegaciones de 11 naciones.
Las consideraciones surgieron de la conferencia ‘Creatividad e Innovación como elementos de políticas culturales e industriales’, a cargo de Marco Alemán, sucreño, director de patentes de la Organización Mundial para la Propiedad Intelectual (Ompi), en Ginebra, Suiza.
Tras explicar que en materia de propiedad intelectual hay dos grandes grupos: el derecho de autor y la propiedad industrial y que el primero tiene un componente eminentemente cultural con más cercanía al Carnaval, Alemán insistió en que lo que se protege no es la idea como tal sino la forma como esta se expresa.
“El Carnaval es mucho más que la individualidad, y aplicar la propiedad intelectual podría estar robando la posibilidad de algo que es de todos. La pregunta es hasta dónde es posible controlar las explotaciones de obras y la respuesta puede ser, si la quiero apropiar es porque la quiero controlar. De las manifestaciones del Carnaval seguramente habrá muchas protegibles, pero no apropiables”, sostuvo el director de patentes de la Ompi.
En cuanto a los personajes individuales y ficticios de la fiesta como el de ‘María Moñitos’, por ejemplo, creado por el fallecido Emil Castellanos, Alemán esbozó en ese caso existen muchas limitaciones porque son creaciones que solo pueden ser protegidas si hacen parte de una obra.
“Ahí lo que queda por hacer es blindar una obra de arte concebida a partir de una imagen de ‘María Moñitos’ o si de repente se escribe una novela de ese personaje donde este aparezca”, dijo el experto.
Alemán insistió en la importancia de que los distintos actores del Carnaval se formalicen para que puedan encontrar pautas que les permitan acceder a políticas adecuadas de propiedad intelectual.
Y para orientar su reflexión en torno a los elementos culturales susceptibles de protección, explicó que en derecho de autor este permite al autor que se respeten ciertos intereses sobre su obra, y el beneficio económico por un tiempo determinado.
ELTIEMPO