Los migrantes venezolanos que permanecen en la Terminal de Transporte, que presta sus servicios a Barranquilla, han ido desocupando las instalaciones de la entidad. Así lo manifestó ayer su gerente, Jesús María Audivet.
El directivo sostuvo que alrededor de 300 venezolanos, de los 400 que pernoctaban en el lugar, se han ido de la zona de parqueo del lugar. Esto se debe —precisó— a que “los procesos persuasivos y de diálogo con ellos han surtido efecto y han desalojado por su propia voluntad”.
El garantizar la seguridad y la comodidad al usuario del transporte público por carretera, son algunos de los temas por lo que las directrices del terminal terrestre, decidieron realizar trabajos de persuasión con los venezolanos para que abandonaran la zona. Asimismo, para que los extranjeros mejoren sus condiciones de vida.
“Hoy vemos con satisfacción que el número de venezolanos en la Terminal ha disminuido notoriamente casi en un 80%, solo quedan aproximadamente 50 personas. No ha existido la necesidad de ser represivos con ellos y no se ha usado la fuerza pública. Todo ha sido de manera persuasiva”, puntualizó Audivet.
El gerente explicó que ante la llegada masiva —hace un año— de los venezolanos al terminal terrestre, se instalaron unas mesas de trabajo con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), Migración Colombia, la Procuraduría, como garante de los derechos humanos, la Oficina de Gestión Social y la Secretaría de Gobierno de Soledad, en donde se acordaron unos puntos a trabajar.
Dentro de esas tareas, la Terminal de Transporte debía instalar unos portones para evitar y controlar el acceso de los migrantes venezolanos, medida que fue ejecutada.
Yessenia Castro, una de las madres venezolanas que se encuentran en la Terminal, manifestó que no tiene para donde ir con su familia, por lo que solicitó a las autoridades una ayuda para terminar de salir del parqueadero de la edificación.
“Aquí en el Terminal solo quedamos tres familias, sabemos que debemos salir, pero aún no lo hemos hecho porque no tenemos para dónde coger, no tenemos un trabajo fijo para pagar un arriendo. Necesitamos que el alcalde de Soledad o las autoridades en general nos ayuden con un techo para los niños y poder terminar de salir de aquí”, expresó Castro.
Por su parte Paula, una joven de 22 años que también está en la Terminal, sostuvo que es un poco difícil salir de allí porque “los arriendos están muy caros y una noche en un hotelito está a $30.000, y lo que a uno le pagan por día de trabajo son máximo $20.000 y sí pagamos una pieza, luego no nos queda para comer”.
ELHERALDO