Apenas iniciada la ofensiva de Hamás contra Israel la madrugada del pasado sábado, Eva Pincus recibió un mensaje de una compañera para interesarse por su estado tras los bombardeos en Sderot. Había salido con lo puesto de su casa en la vecina ciudad de Beerseva, a unos 40 kilómetros, para resguardarse en un refugio y huir de los ataques de Hamás. Hasta ese momento, todos estaban bien. Tan solo unas horas después, descubrió que su amiga había sido asesinada junto a toda su familia.
«Era una compañera de mi grupo de la universidad. Poco después de mandarnos el mensaje para preguntarnos cómo estábamos, dejó de contestar. Más tarde nos enteramos de que un terrorista había entrado en el refugio donde se encontraba con su familia y la mató a ella, a su marido, a su suegra y a sus tres hijos. Tenía dos mellizas de cinco años y un niño de tres», relata al borde de las lágrimas esta israelí nacida en Uruguay sobre su amiga, candidata en las próximas elecciones municipales.
Eva, que trabaja en la municipalidad de Sderot, despertó a las seis de la mañana del sábado a causa de las alarmas del móvil que alertaban del ataque sobre la ciudad vecina. «En diez minutos, las bombas las teníamos también aquí y corrimos a los refugios. Vivo con un compañero y tengo una perrita chiquita. Fuimos los tres al refugio, donde nos tuvimos que quedar hasta las cuatro de la tarde porque no era seguro salir», detalla.
«Mi compañero trabaja en seguridad y tiene una psitola. A las cuatro, salió para tratar de localizar personas por la zona. Buscaba gente sola y viejitos para traerlos al refugio, donde regresamos a las seis a causa de nuevos ataques. Mi padre también vino hasta aquí desde Kafr Qasim y casi cayó una bomba sobre el barco en el que viajaba, pensaron que iban a volcar», lamenta.
Los bombardeos no cesan en Sderot
Ahora, hace día y medio que sobre Beerseva no impacta ningún proyectil, aunque la proximidad a otras zonas no impide que el hospital reciba pacientes procedentes de los enfrentamientos y la ofensiva de forma constante. «En Sderot no para. No distinguen entre la noche y el día. Hay kibutz (comunas agrícolas israelíes) donde ha muerto el 80% de la población», explica.
«Las bombas no paran de caer allí, destrozan las calles, las carreteras… Hasta hace nada había tiroteos entre terroristas y el Ejército. Muchas zonas están sin luz ni agua porque los terroristas destrozaron las torres de electricidad. El sábado tomaron el edificio de la Policía y mataron a más de siete agentes», narra conmocionada.
En esta línea, no olvida a los 260 muertos en el festival de música electrónica atacado por Hamás en pleno desierto del Neguev y los más de cien secuestrados por el grupo terrorista confirmados por Israel. «Parece que tienen más de 130. Hay gente que no sabe dónde están sus hijos. Han raptado a niños chiquitos, viejitas. Espero que estén bien y que los devuelvan sanos y salvos», confía.
De momento, Eva no se plantea abandonar su ciudad ni el país, al que llegó cuando tenía 6 años. Su intención es tratar de llegar a Sderot para auxiliar a la población, destrozada por las bombas: «Tenemos mucho miedo, pero estoy tratando de ayudar. Me gustaría desplazarme hasta allí, pero no puedo. De momento, me quedo aquí e intentaré viajar allí y ser útil de alguna forma».