
Hace poco más de un año, los ayatolás de Irán estaban contra las cuerdas por el asesinato de la joven Mahsa Amini . Todo un trágico símbolo de una teocracia que no tiene nada más que ofrecer que una guerra perpetua para mantenerse en el poder. Trece meses después, ese mismo régimen se presenta más empoderado que nunca. Teherán ha destruido la esperanza de un nuevo Oriente Medio basado en la normalización de relaciones entre países árabes e Israel, ha forzado una carnicería en Gaza y mantiene intacta la amenaza de escalar su guerra en la sombra.La República Islámica de Irán –que ahora ayuda a Rusia contra Ucrania y se beneficia de estrechos vínculos con China– se ha dedicado durante las dos últimas décadas a construir una red de violentas milicias por todo su vecindario. Aprovechando la debilidad de Estados fracturados, Irán ha subcontratado en Irak, Líbano, Siria, Yemen y los territorios palestinos su capacidad para sembrar el caos a distancia con ayuda de Hamás, Hizbolá, la plétora de milicias chiíes en Irak, los rebeldes hutíes y demás sicarios vinculados a la Guardia Revolucionaria Islámica.Noticia Relacionada estandar Si De la ‘hawala’ al crimen organizado, así se financia Hamás en Alemania Rosalía Sánchez El grupo terrorista palestino lanzó al mundo musulmán una consigna de ayuda financiera a su lucha contra Israel y los bancos alemanes perciben desde entonces un aumento del flujo de capital hacia Oriente MedioEste «arco de sumisión a Teherán» permite a los ayatolás tensionar la región sin implicarse directamente. Durante el último mes, el Pentágono ha contabilizado al menos 48 ataques contra sus fuerzas en Siria e Irak, con al menos 56 militares de EE.UU. heridos. Hizbolá, por su parte, también ha abierto desde el Líbano un segundo frente de baja intensidad contra Israel. Como consecuencia, se ha forzado la evacuación de unos 130.000 civiles israelíes de su frontera norte junto a decenas de miles procedentes de la frontera suroeste.El objetivo de la teocracia de Irán no es provocar una guerra abierta con Occidente y sus aliados, sino sembrar en todo lo posible la incertidumbre, la inestabilidad y la inseguridad. Al igual que se mueve en el umbral de convertirse en potencia nuclear, el régimen mantiene su ambigüedad estratégica con respecto a una cuadrilla de brutales palmeros cada vez más autónomos y peligrosos.