Un equipo que sobrevolaba Groenlandia para sondear las capas de hielo detectó, en abril, algo que no era natural en esa vasta extensión de hielo. Se trataba de una ciudad abandonada enterrada bajo el hielo, Camp Century, que actualmente permanece inaccesible. Chad Greene, investigador del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA fue el que tomó la foto desde la ventanilla del avión. «Estábamos buscando el lecho de hielo y apareció Camp Century», dijo Alex Gardner, también miembro del JPL, quien ayudó a dirigir el proyecto. «Al principio no sabíamos qué era», señala en un comunicado de la agencia.
Si bien, anteriormente se habían dado otros vuelos sobre la zona con radares convencionales que producían imágenes en 2D, en abril se usó el UAVSAR. Un radar de apertura sintética para vehículos aéreos no tripulados montado en el vientre de la aeronave. Básicamente, produce un mapa con más dimensionalidad gracias a una instrumentación que mira hacia abajo y hacia los lados.
«En los nuevos datos, las estructuras individuales de la ciudad secreta son visibles de una manera que nunca antes se habían visto«, indicó Greene. Estas estructuras aparentemente se alinean con los túneles construidos para albergar una serie de instalaciones.
¿Qué es Camp Century?
A más de 1000 kilómetros del Polo Norte está la conocida como ‘ciudad bajo el hielo’. En 1951, Estados Unidos y Dinamarca firmaron el Acuerdo de Defensa de Groenlandia. Su propósito era negociar acuerdos en virtud de los cuales las fuerzas armadas de las partes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte podían hacer uso de las instalaciones de Groenlandia en defensa de la misma y del resto del área de la OTAN. En suma, esto permitía a EE.UU. construir bases militares en Groenlandia.
Los estadounidenses le dijeron al gobierno danés que lo que querían era construir una base aérea, y al final, terminaron estableciendo la base aérea de Thule y esta ciudad-base. La NASA explica que fue el Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense el que ayudó en 1959 a levantar la base militar. Para ello excavaron una red de 26 túneles de acero de tres kilómetros dentro de la capa de hielo cercana a la superficie.
Recordemos que se trata de una zona donde las temperaturas pueden bajar hasta los 57 grados bajo cero y con vientos que puede llegar a alcanzar los 193 kilómetros por hora. De modo que fue toda una proeza de la ingeniería que incluía dormitorios, capilla, barbería, zonas de ocio y un hospital. El recinto sirvió para albergar hasta 200 soldados y personal civil calentados con energía nuclear. Lo ultimo en instalarse fue el PM-2, el primer reactor nuclear portátil del mundo.
Además, se consideró hacer un experimento sobre cómo las condiciones extremas influirían en una comunidad aislada, con el fin de entender lo que pasaría si se establecieran en la Luna. Sin embargo, estas instalaciones guardaban un gran secreto. Como explica Nuclear Museum, el Ejército incluso produjo un cortometraje que promocionaba el Camp Century como una ‘comunidad de investigación remota’. Pero era una tapadera, en realidad «la instalación se construyó principalmente como una prueba para una operación militar que involucraba misiles nucleares«, afirman.
Proyecto gusano de hielo
Se trataba del proyecto bélico ‘Project Iceworm’, en castellano proyecto Gusano de Hielo, que implicaba construir una serie de túneles adicionales y ocultar 2.100 silos de misiles nucleares. Una construcción ferroviaria trasladaría las armas nucleares de un punto a otro. «El Ejército planeó desplegar 600 misiles, y construir 60 Centros de Control de Lanzamiento. En total, el proyecto habría requerido que 11.000 soldados vivieran a tiempo completo en la ciudad«, detalla Nuclear Museum.
Y querían usar una versión modificada de unas armas que ya estaban instaladas en terreno estadounidense. Se trataba del misil ‘Iceman’, diseñado como un cohete de dos etapas tenía la capacidad de alcanzar la mayoría de los objetivos en la Unión Soviética.
El programa atrajo la atención de un importante el círculo militar porque estos misiles Iceman estacionados en lugares secretos por toda Groenlandia serían muy difíciles de atacar, y eso permitía hablar de la capacidad de Estados Unidos para llevar a cabo un segundo ataque. También se consideró ‘Iceworm’ como una forma de compartir armas nucleares bajo los auspicios de la OTAN. Sin embargo, la inestabilidad del terreno obligó a descartar este proyecto, en 1963.
Esta reliquia de la Guerra Fría terminaría siendo abandonada en 1967. El hielo se fue acumulando en la zona, y «las estructuras sólidas asociadas con la instalación ahora se encuentran al menos 30 metros debajo de la superficie«, explica la NASA.
El Thule-Gate
El Proyecto ‘Iceworm’ se mantuvo bajo siete llaves hasta 1997. El Instituto Danés de Asuntos Internacionales (DUPI) reveló lo qué implicaba realmente Camp Century. Asimismo, distintos documentos desclasificados hicieron planear una sombra de duda sobre cuánto sabía realmente el gobierno danés sobre lo que estaban haciendo los estadounidenses y sobre si conocían que se habían albergado armas nucleares en la base de Thule. Una situación que durante esos años puso en verdadero peligro a la ciudadanía de Groenlandia. El caso fue llamado el Thule-Gate. Sin embargo, aquí no termina la historia, sino que comienza una segunda parte porque bajo la nieve quedaron sepultadas grandes cantidades de residuos radiactivos.
Su legado
William Colgan, investigador de la Universidad de York, en Canadá, llegó a hablar de la presencia de 200.000 litros de combustible diésel y una cantidad considerable de bifenilos policlorados, que es un compuesto altamente tóxico que puede causar alteraciones neurológicas e inmunológicas en niños o cáncer en animales. Asimismo, hay 24.000.000 de litros de aguas residuales y más de 47.000 galones de residuos nucleares de la central que tenían.
El problema está en que lo que se creía creía enterrado para siempre, con el actual deshielo pueden cambiar. Y el redescubrimiento de la NASA mediante un radar convencional ha corroborado las estimaciones de la profundidad de Camp Century, para «determinar cuándo el derretimiento y el adelgazamiento de la capa de hielo podrían volver a exponer el campamento y cualquier residuo biológico, químico y radiactivo restante que quedó enterrado junto con él… Por ahora, esta nueva imagen sigue siendo una curiosidad novedosa adquirida por casualidad«, afirma la agencia. Al tiempo que redescubre una ciudad perdida.