
«A las 6 de la mañana de un día de principios de septiembre [del año 2020], Silva mandó llamar a Leopoldo para que bajase a desayunar. Tenía algo importante que decirle. ‘Leopoldo, me acaban de llamar de Exteriores’. Leo calló; adivinó que le iba a dar una mala noticia. ‘Estoy cesado’». Quien pronunciaba estas palabras era Jesús Silva , embajador de España en Venezuela entre 2017 y 2020. El diplomático había acogido en su casa, anexa a la legación, al hombre más odiado por el régimen de Nicolás Maduro, Leopoldo López, y a su familia en abril de 2019. «’¿Vuelves a Madrid? Sí, a esperar nuevo destino’. Leo esgrimió una mueca de disgusto. Eran amigos, le daba pena perderlo. Lo que Silva había hecho por él y por su familia no lo haría un nuevo embajador, bien lo sabía».Estos fragmentos pertenecen al libro ‘Nos quieren muertos’ (Espasa), del escritor Javier Moro, que sale hoy a la venta. El volumen, de casi 600 páginas, recoge las vivencias y el sufrimiento de una de las personas más influyentes en Venezuela en la última década, a pesar de haber pasado buena parte de esos años en prisión. Es precisamente ese punto, la detención y encarcelamiento, desde el que parte la narración, que realiza una radiografía de los años más recientes del chavismo, de la represión, de la suplantación de las instituciones elegidas democráticamente, así como la respuesta internacional reclamando la libertad de los presos políticos y del opositor.Noticia Relacionada estandar No Leopoldo López: «El arresto domiciliario fue muy duro porque el preso ya no era yo, sino toda mi familia» Andrés Gerlotti Slusnys En el peor momento de reclusión, el líder opositor, hundido psicológicamente, consideró quitarse la vida: «Fue lo más duro que me tocó vivir»Refugio en la embajadaLeopoldo López, que fue condenado a casi 14 años de prisión –por alentar las protestas contra el chavismo– en un juicio irregular y que había pasado 4 años en la cárcel militar de Ramo Verde, se instaló en la embajada española, en Caracas, tras escapar de su arresto domiciliario y participar en un levantamiento fallido contra el régimen de Maduro. Un golpe cívico-militar fraguado junto al responsable del temido Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), Christopher Figuera .Ante el fracaso de la iniciativa, Leopoldo, que no quería volver a Ramo Verde bajo ninguna circunstancia, se refugió en territorio español, con el beneplácito del Gobierno de Pedro Sánchez, junto a su esposa Lilian Tintori y su hija menor. Era el 30 de abril de 2019. Un mes después, en junio, su mujer y Federica (engendrada en prisión), abandonarían Caracas y Venezuela, para reunirse en Madrid con los otros dos hijos de la pareja, que vivían con los abuelos paternos.Leopoldo López permaneció en la embajada hasta la anunciada salida de Silva, que ponía en aprietos su seguridad, por lo que el opositor comenzó a preparar su fuga , sobre la que pocos detalles trascendieron entonces y que ahorra se conocen gracias al libro de Moro. En el volumen queda clara la falta de confianza en el cambio de guardia en la legación. Sin Jesús Silva, «no tenía sentido permanecer en la embajada». Lo único que Leopoldo le pidió al embajador saliente –actualmente ejerce en Sudáfrica– era tiempo para preparar la huida, y este se lo concedió. «Todo el que necesites». La idea era seguir el mismo plan de fuga que había utilizado Lilian Tintori el año anterior: salir por la costa, pero el Covid había provocado el cierre de muchos puertos. Personas cercanas a Leopoldo examinaron varios puntos por los que el opositor podía cruzar la frontera sin tropezar con mucha vigilancia. Eligieron la ruta sur, y como paso fronterizo el pueblo venezolano de Puerto Páez, para alcanzar, del lado colombiano, Puerto Carreño.Mes y medio de vigilanciaPero antes debían salir de la embajada. Durante un mes y medio, Leopoldo se dedicó a vigilar la rutina de los policías que custodiaban el edificio y sus patrones de comportamiento, «a quién le abrían el maletero y a quién no»; dónde estaban situadas las cámaras, el cambio de guardia…El embajador de España en Venezuela en el momento de la fuga de Leopoldo López, Jesús Silva, junto a su esposa SaraSegún el relato de Moro, Leopoldo no compartió los detalles de su plan de fuga con nadie, pero Silva era consciente de que esta se iba a producir. «¿Cómo piensas salir?», le llegó a preguntar al opositor. La respuesta no le convenció. «Déjame pensar. Alguna solución habrá».El 26 de octubre de 2020, Leopoldo salió de la embajada en el maletero del coche de Sara, esposa de Silva. Ella misma iba al volante. Nadie lo revisóEl 26 de octubre de 2020, Leopoldo salió de la embajada en el maletero del coche de Sara, esposa de Silva. Ella misma iba al volante. Nadie lo revisó. La mujer del diplomático lo dejaría después junto a otro vehículo, en el que estaba el equipo de apoyo de Leopoldo López, con el que continuaría la huida. La única cosa buena que le brindó el Covid al fugitivo fue la de usar mascarilla, lo que le permitió pasar más desapercibido. El trayecto hacia el sur duró 15 horas. Antes de llegar a la costa cambiaron las furgonetas por motos. Al alcanzar la costa, y tras subirse a una lancha de madera –ya se podían ver las luces de Puerto Carreño, Colombia–, fueron interceptados por una patrulla. «Bájense, ¡manos arriba!», les gritaron. Al grupo de Leopoldo López «se le heló la sangre». El opositor lo tenía claro, no estaba dispuesto a que nada le frenara en su huida. «Quiero que sepas que no me voy a entregar –le dijo Leopoldo a uno de sus acompañantes–, no voy a permitir que me agarren; si la cosa se pone fea, me tiro al río». El interrogatorio les pareció eterno, 45 minutos. El fajo de billetes que llevaban en una mochila, y tras una ardua discusión entre los militares, inclinó la balanza en favor de Leopoldo y su grupo. Les dejaron seguir su camino.En el otro lado, en Colombia, gracias a la ayuda del embajador legítimo de Venezuela en EE.UU., Carlos Vecchio , les esperaba un grupo de militares colombianos que les llevó a un lugar seguro. Desde allí, Leopoldo hizo una llamada: «Lilian, bella, ya salí». A lo que Tintori incrédula le contestó: «¿Cómo que saliste? ¿De dónde?»; «¿Estás en el jardín de la embajada», le interrogó su esposa. «No, en Colombia», contestó su marido. «Nooooo…». «Casi me dio un síncope», confesaría después Tintori, según recoge Javier Moro en su libro. El opositor tomaría después un vuelo a Miami, y después otro a Madrid, donde finalmente se reunió con su familia.