
«He fracasado como político, he empeorado este país. No es broma. Todos los que envié a hacer puñetas están ahora en el Gobierno. Ya no soy capaz de liderar un movimiento político, causo daños». Así se expresó el cómico Beppe Grillo, fundador del Movimiento 5 Estrellas, diez años después de su última aparición en televisión, durante una entrevista en la noche del domingo en el canal Nueve, premiado con récord de audiencia.
Parece que ha pasado un siglo desde que Grillo fundó su Movimiento en 2009, entrando en el Parlamento en 2013, siendo la segunda lista más votada con el 25% de los votos y con un grupo de desconocidos destinado a ocupar la escena política en los años siguientes. En las elecciones del 2018, se convirtieron en el primer partido del país, con casi el 33% de los votos. Prometieron revolucionar el sistema político. Formaron Gobierno con Giuseppe Conte como primer ministro, al principio con la extrema derecha de la Liga de Matteo Salvini, y luego con el Partido Democrático, de izquierda, llegando a afirmar, en el apogeo de su populismo: «Hemos abolido la pobreza».
Así lo gritaron tras un Consejo de Ministros, desde el balcón del Palacio Chigi, sede de la Presidencia del gobierno, tras aprobar la «renta de ciudadanía» (una especie de subsidio), que convirtieron en su bandera electoral. Habían jurado que nunca serían políticos profesionales, pero pronto olvidaron sus grandes promesas, como la de eliminar a la casta política, convirtiéndose ellos mismos en una casta.
Irreconocible
Hoy el Movimiento 5 Estrellas no se parece en nada al que fundó el cómico Grillo. El partido, de izquierdas, tiene un nuevo estatuto y al fundador decidieron pagarle 300.000 euros anuales como «consultor de comunicación». El Movimiento se mantiene en torno al 15% en intención de voto, presidido por el abogado Giuseppe Conte, del que Grillo dijo anoche: «Cuando elegimos a Conte, él no era miembro del Movimiento, necesitábamos a alguien de la sociedad civil, hablaba y no se entendía lo que decía y por eso era perfecto», dice Grillo con ironía.
En su intervención, el cómico cayó en la tentación de mezclar lo público y privado, aprovechando para criticar duramente a la senadora de la Liga, Giulio Buongiorno, letrada defensora en el caso en el que su hijo es acusado de violación. Buongiorno es abogada de Silvia, la joven ítalo-noruega, de 19 años en el momento de los hechos, en 2019, presunta víctima de violencia de grupo, en el juicio en el que están imputados, además del hijo de Grillo, Ciro, tres de sus amigos. El presentador tuvo que interrumpir a Grillo por su ataque a la abogada Buongiorno: «Esto no se puede hacer aquí, no es oportuno». Y el cómico cambió de tema.
Al final del larguísimo monólogo, que duró casi una hora, se produjo el episodio emblemático. Grillo, tras hablar de política y de sus caballos de batalla como el ambiente y la información, pidió sugerencias al público sobre lo que debería hacer en el futuro y preguntó: «¿Qué creéis que debo hacer?». Con frialdad le respondieron: «El cómico». Quizás, piensan muchos, también para eso ha pasado el tiempo de Grillo.