El premio Nobel de la Paz reconoce cada año los logros o luchas de personas o entidades, con un simbólico galardón que puede también poner el foco en los retos pendientes. En la edición de 2023, sin grandes hitos para la paz en los últimos doce meses, dicho foco parece estar puesto en el activismo y en desafíos como el cambio climático.
Para la edición de este año se han formalizado un total de 351 candidaturas, en su mayoría (259) correspondientes a personas a título individual, según informa EP. El plazo de inscripción concluyó en febrero y el secretismo del proceso empieza por la propia lista, sellada hasta dentro de 50 años.
Se trata de la segunda terna más multitudinaria de la historia –solo superada por las 376 candidaturas de 2016– y el Comité Noruego tiene ante sí el reto de estampar el nombre (pueden ser varios) de quien se sumará a un palmarés que se inició en 1901 con el fundador de Cruz Roja, Henry Dunant, y el activista Frédéric Passy.
En 2022, un año marcado por la agresión rusa sobre territorio ucraniano, el Comité optó por premiar el activismo del bielorruso Ales Bialiatski, la ONG rusa Memorial y el Centro para las Libertades Civiles de Ucrania, pero los expertos apuestan en esta ocasión por salir de esta órbita para evidenciar que hay otras emergencias acuciantes.

