Era principios de la década de los 50, más exactamente el 5 de enero de 1950, cuando un joven de 23 años llamado Gabriel García Márquez comenzó sus pinitos periodísticos en el diario EL HERALDO, en ese entonces ubicado en el centro de Barranquilla.
‘Gabo’, que estaba en plena adolescencia, se alojaba en esa época en un viejo edificio de cuatro pisos que funcionaba como casa de hospedaje y estaba ubicado en la Calle Real, en pleno centro de ‘La Arenosa’.
Según cuenta el periodista Juan Gossaín, en un artículo publicado por la revista Cromos en 1971, el nacido en Aracataca, Magdalena, pagaba un peso con cincuenta centavos por dormir sobre una estera en una habitación que medía tres metros de largo por tres de ancho.
Este mismo precio lo pagaban borrachos y prostitutas, quienes, en su mayoría, eran los que residían en aquella edificación, según lo narrado en la publicación. “García Márquez guardaba en la habitación tres camisas y dos pantalones que le lavaba una mujerzuela gorda y fragante a flores de lavanda, que vivía también ahí, se llamaba María Encarnación y era su amante”, describe el artículo escrito por Gossaín, hijo de San Bernardo del Viento (Córdoba).
Ariel Castillo, crítico literario y conocedor de la biografía del Nobel, cuenta que lo que Gabriel García Márquez ganaba en esa época como periodista le alcanzaba estrictamente para pagar el alquiler de la pieza del edificio.
Detalla que, de acuerdo a lo contado por Germán Vargas, amigo de la época de ‘Gabo’ y con el que integraba el Grupo de Barranquilla, cuando él no tenía el peso con 50 centavos para pagar la pieza, le dejaba como garantía al portero apartes de una obra literaria que empezaba a escribir.
“Gabo se reunía en la azotea del inmueble y charlaba con las prostitutas que le facilitaban el jabón para bañarse”, relata Castillo.
El experto literario afirma que ‘Gabo’ recreó parte de esa época de su vida en la novela Memoria de mis putas tristes, en la que uno de los personajes vive en un edificio con las mismas características.
Restauración
Hace siete años y luego de sufrir un incendio, el edificio, que actualmente está ubicado en la calle 33 entre carreras 42 y 43, fue adquirido por un empresario, quien recuperó “lo que más pudo de sus piezas originales”.
Desde hace dos años, el ingeniero Javier Caparrozo se encuentra trabajando en su recuperación, en la que se han invertido $1.500 millones, para convertirlo en el Hotel San Nicolás Colonial. Tendrá 18 habitaciones confortables y todos los elementos necesarios de un hotel de primera calidad. Su apertura y puesta en funcionamiento está prevista para la primera semana de diciembre.
ELHERALDO