Subido al Air Force One, rumbo a Oriente Próximo para rubricar el acuerdo que ha impulsado entre Israel y Hamás para parar la guerra en Gaza, Donald Trump se sentía este domingo por la tarde -al filo de la medianoche en … España- cerca del cielo. Tanto por la altura alcanzada por el avión presidencial, como por el logro diplomático formidable de conseguir la liberación de los rehenes israelíes, el repliegue militar en Gaza y la entrada masiva de ayuda humanitaria, muy necesitada en la Franja tras dos años de guerra cruenta y de abusos contra la población civil palestina.
«Todo el mundo está feliz, sea judío o musulmán o árabe. La gente baila en las calles de todos esos países. Es algo que nunca se ha visto, que no se ha visto en 3.000 años», dijo en un encuentro con la prensa sobre la satisfacción en la región por el acuerdo. «Es la primera vez en la que todo el mundo está unido, todos están en el acuerdo».
Era un Trump exultante, eufŕorico por el reconocimiento generalizado que ha tenido su logro diplomático, lo que le permitió bromear sobre las consecuencias de su legado. «No creo que haya nada que me vaya a hacer ir al cielo. Podría estar en el cielo ahora que vamos en el Air Force One», dijo. «Quizá no vaya al cielo, pero he mejorado la vida de mucha gente», defendió sobre su faceta de ‘pacificador’, de conseguidor de acuerdos de paz, que, en su propia cuenta, ha acabado con ocho conflictos bélicos en todo el mundo desde que llegó a la Casa Blanca.
En el caso de Gaza, Trump ha logrado que Israel y Hamás acuerden la primera fase de su plan de ’20 puntos’, un gran éxito en un conflicto que parecía enquistado. Pero queda lo más difícil: la transición a un Gobierno de tecnócratas palestinos, el desmantelamiento y desarme de Hamás, que la tregua de Israel acabe en un cese permanente de las operaciones militares…
La violencia en las últimas horas en Gaza y las diferencias dentro del Gobierno de coalición de Benjamin Netanyahu sobre no continuar con la aniquilación de Hamás crean dudas sobre la consecución de una paz duradera y estable.
Trump no acepta nada de eso. «La guerra ha acabado, ¿entendido?», reprochó a una reportera sobre esas dudas. «Hay muchas razones por las que el alto el fuego se va a mantener. Pero la principal es que la gente está cansada de esto, ha durado siglos, no es algo reciente. Sí, el alto el fuego se va a mantener», insistió.
Sobre qué garantías tiene el presidente de EE.UU. de que Israel o los países árabes no incumplirán el proceso marcado con él, Trump reconoció que son solo «garantías verbales». «Pero no creo que ellos quieran decepcionarme. Las van a cumplir con fuerza, por eso va a ser exitoso», añadió.
En su optimismo proverbial, Trump defendió que la llamada ‘Fuerza Internacional de Estabilización’, una fuerza internacional de seguridad liderada por países árabes, «apenas va a tener que ser utilizada».
«La gente se va a portar bien», dijo en referencia al cumplimiento de su hoja de ruta. «Todo el mundo sabe cuál es su lugar, va a ser algo fantástico para todo el mundo».
«Es la primera oportunidad que va a tener en siglos de tener paz», aseguró sobre Gaza, de la que dijo que «siempre ha sido un lugar extraño, lleno de problemas, problemas religiosos, problemas como en ningún otro lugar del mundo. Y ahora se va a normalizar».
Entre tanta certidumbre, Trump dejó asomar la duda sobre un nombre que se apunta como figura clave en el futuro de Gaza: Tony Blair. El exprimer ministro británico apunta a liderar el eventual ‘Consejo de Paz’ que lidere la transición política en Gaza. «Pero primero debo saber si Tony sería popular con todos ellos, porque no lo sé», dijo. «Siempre me ha gustado Tony, pero necesito saber que es una elección aceptable por todos».
Trump dijo que le encantaría algún día visitar Gaza, que estaría «orgulloso» de hacerlo, que le gustaría al menos poner los pies en ese territorio, del que hace unos meses decía que quería convertir en un resort turístico, una nueva ‘Riviera’, bajo control de EE.UU. «Creo que en las próximas décadas va a ocurrir allí un milagro», aseguró.