La tradición dicta nombres breves y con «pegada» para facilitar la comunicación en caso de emergencia
MADRID, 23 Nov. (EUROPA PRESS) –
La asignación de un nombre en código a los líderes políticos de Estados Unidos por parte del Servicio Secreto — o de la Agencia de Comunicaciones de la Casa Blanca — dejó de ser hace décadas información clasificada para convertirse en una parte más de la mística que rodea a la Administración estadounidense (como el maletín que transporta las claves de las armas nucleares, el ‘balón de fútbol’).
Sin embargo, y especialmente durante el periodo electoral, los medios de comunicación deslizan los apodos asignados tanto a presidente, como a la primera dama, como a miembros del gabinete e incluso a personalidades destacadas: el actor español Antonio Banderas recibió el nombre en clave de ‘Zorro’, en honor a sus películas sobre el héroe mexicano.
Para esta ocasión, los diarios ‘New York Post’ y el ‘Daily Mail’ divulgaron los nombres empleados durante la campaña por los entonces candidatos republicanos a la Presidencia y Vicepresidencia, Donald Trump y J.D. Vance, conocidos respectivamente como ‘Mogul’ (Magnate) y ‘Bobcat’ (‘Gato Montés’), identificadores, como todos precedentes, vinculados a la vida personal de las personas que el Servicio Secreto va a proteger. A Trump, por su faceta de empresario y a Vance por haber nacido en Ohio, donde el gato montés es uno de los animales nativos del estado.
En realidad no existe casi ninguna condición previa para su designación. Tienen que ser breves, para facilitar la comunicación entre los miembros del dispositivo de seguridad, y comienzan por la misma letra para todos los miembros de la familia de los protegidos en cuestión.
El primer apodo que se conoce para un presidente de Estados Unidos es el de ‘General’ y lo recibió Harry Truman (1945-1953), en el comienzo de una tradición continuada por sus sucesores: John F. Kennedy recibió el nombre en código ‘Lancer’ (‘Lancero’, una alusión a la leyenda artúrica de Camelot que pretendía hacer de su administración), mientras que Ronald Reagan recibió el apodo de ‘Rawhide’, la serie de vaqueros protagonizada décadas antes por Clint Eastwood y que honraba el pasado interpretativo del mandatario, una figura del ‘western’ en sus años jóvenes.
En tiempos recientes, esta tradición volvió a cobrar importancia en la opinión pública al darse a conocer el apodo del presidente Barack Obama: ‘Renegade’ (‘Renegado’). Su mujer y primera dama, Michelle, recibió el nombre de ‘Renaissance’ (‘Renacimiento’). Trump recibió el nombre de ‘Magnate’ nada más asumir su sucesión. Su mujer, Melania, recibió la designación ‘Muse'(‘Musa’).
De momento, Trump mantiene su apodo tras su victoria de noviembre frente a la vicepresidenta saliente del país, Kamala Harris, nombre en código ‘Pioneer’ (‘Pionera) pero se desconoce si lo conservará en enero, cuando volverá a ocupar otra vez el ‘Castillo’, como el Servicio Secreto conoce a la Casa Blanca.
Los políticos no son los únicos a los que el Servicio Secreto les ha dado nombres en clave. Frank Sinatra, un amigo cercano de John F. Kennedy, tenía su propio nombre en clave, ‘Napoleón’. El Papa Juan Pablo II era ‘Halo’, y la reina Isabel II de Inglaterra era conocida como ‘Kittyhawk’ (uno de los aviones de combate predilectos de la Fuerza Aérea Británica en la II Guerra Mundial). Su hijo y actual monarca británico, Carlos III de Inglaterra, es conocido como ‘Unicorn’ (‘Unicornio’), según detalló el exagente Joseph Petro en su libro ‘Al lado de la historia: vida de un agente del Servicio Secreto’.