El ruido de tambores sobre ataques militares de EE.UU. en territorio de Venezuela contra los cárteles de la droga vinculados a NIcolás Maduro no deja de crecer. Estas operaciones, que supondrían una escalada militar decisiva respecto los ataques a narcolanchas en … aguas internacionales del Caribe y del Pacífico de los dos últimos meses, están ya planificadas, podrían ser inminentes y tienen objetivos ya determinados. Sin embargo, el propio presidente Trump, a bordo del Air Force One, negó con monosílabos haber tomado ya la decisión.
El diseño de los ataques está ya elaborado y buscaría afectar a la intersección entre el régimen de Maduro, al que EE.UU. de ser uno de los mayores narcos del mundo, y el cártel de los Soles: instalaciones militares de Venezuela que se utilizan para el negocio de la droga.
La decisión está ya tomada y los ataques podrían producirse en cuestión de «horas o días», asegura ‘The Miami Herald’, el principal diario de Florida, un estado con presencia abundante de inmigración venezolana.
Las operaciones tienen varios objetivos: destruir instalaciones dedicadas al narcotráfico y controladas por el régimen de Maduro, descabezar al cártel y, de forma última, redoblar la presión contra el dictador venezolano para que ceda el poder.
«Maduro está a punto de encontrarse atrapado y podría descubrir pronto que no puede huir del país aunque lo desee», aseguró una fuente al ‘Herald’. «Lo que es peor para él, ahora hay más de un general deseando capturarle y entregarle, conscientes de que una cosa es hablar sobre la muerte y otra ver que va a llegar».
Sobre Maduro pende una orden de captura de EE.UU. y una recompensa sobre información que lleve a su arresto de 50 millones de dólares, la mayor ofrecida nunca por la primera potencia mundial. Sobre algunos de sus lugartenientes -como el ministro del Interior, Diosdado Cabello; y el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López- la recompensa es de 25 millones de dólares.
Los posibles ataques militares están ya identificados, según ‘The Wall Street Journal’: serían bombardeos aéreos contra puertos y aeropuertos controlados por el Ejército y utilizados para el narcotráfico.
EE.UU. está en posición de ejecutar estos ataques, después de haber realizado un importante despliegue militar en el Caribe, donde acumula un contingente de 10.000 soldados -la mayoría de ellos en bases en Puerto Rico- y donde ha enviado ocho buques de guerra. A ellos se les unirá el Gerald R. Ford, el portaaviones más grande y poderoso del mundo, acompañado de su grupo de ataque, que incluye un crucero y cuatro destructores.
