Joe Biden ha firmado este lunes una orden ejecutiva por la que endurece las restricciones que impuso el pasado junio para la petición de asilo de los inmigrantes que llegan a la frontera con México. La decisión del presidente de EE.UU. se produce a poco más de un mes de la elección presidencial, en la que el control de la inmigración es una de las prioridades para los votantes y una de las debilidades de su vicepresidenta -y candidata demócrata a la Casa Blanca-, Kamala Harris.
En aquella orden ejecutiva de junio, Biden imponía la suspensión de la posibilidad de solicitar asilo a quienes llegan por la frontera sur si el número de arrestos de inmigrantes indocumentados llegaba a los 2.500 diarios. Esa restricción solo se levantaría si la media de detenciones bajaba de los 1.500 durante una semana.
Con la orden ejecutiva de este lunes, Biden impone que los arrestos estén por debajo de ese umbral durante 28 días. Además, para determinar el número de arrestos se contará también a los menores (hasta ahora, solo se contabilizaba a los menores mexicanos).
La decisión de Biden es una maniobra con aroma político. Harris necesita mejorar posiciones respecto a Trump en la gestión de la inmigración, donde el expresidente republicano le aventaja con claridad en las encuestas.
Las restricciones aprobadas en junio han permitido a Biden -y ahora también a Harris- sostener que ellos también defienden una política de mano dura en la frontera, después de tres años con una inmigración masiva, que ha batido récords de entradas de inmigrantes indocumentados. Esa nueva cara es necesaria para tratar de convencer a los votantes moderados e independientes -una de las claves para la victoria electoral- de que no es una candidata «radical» que busca una política de «fronteras abiertas», como le acusa Trump.
El pasado diciembre, se registraron cerca de 250.000 arrestos, el número más alto de siempre. Este julio, tras la entrada en vigor de esas restricciones aprobadas por Biden, ha caído por debajo de 60.000, algo que ha sido utilizado por la campaña de Harris para vender su mensaje migratorio.
Desde ese momento, la media de arrestos diarios nunca ha bajado del umbral de 1.500, lo que hubiera permitido el levantamiento de las restricciones. Lo más cerca que ha estado es en 1.800.
La Administración Biden ha defendido que la extensión hasta 28 días es para evitar que una circunstancia puntual -que no afecta a los patrones de fondo de inmigración, como un empeoramiento de las condiciones meteorológicas o cualquier otra causa temporal- provoque un levantamiento de las restricciones a las peticiones de asilo sin merecerlo. Sin embargo, es evidente que la decisión permite a Biden y a Harris reafirmarse en esa posición dura sobre inmigración y evitar que, de aquí a la elección, se produzca un levantamiento de las restricciones que dé munición a Trump y a los republicanos.
La orden ejecutiva de Biden llega después de que el viernes Harris hiciera su primera visita a la frontera desde que es la nominada demócrata a la presidencia. Fue en Douglas, una localidad de Arizona, uno de los estados más decisivos de la elección. Su visita estuvo acompañada de una campaña de anuncios televisivos para convencer a los votantes de la seriedad de la vicepresidenta en la frontera, algo que contrasta con sus posiciones anteriores -en especial, durante las primarias de 2020- y con su gestión en sus tres años y medios en la Administración Biden.