En un principio, como plan pre partido, un equipo decide en qué zona del campo se defenderá: más arriba, cuando el rival inicia su ataque con el arquero; un poco más atrás, para que el rival no sienta temor de salir jugando porque así permitirá una presión organizada; o defender en su propio terreno, con los defensas muy cerca del área propia, para reducir el espacio útil que el rival quiere ganar, que no es otro que el que está entre la espalda de los defensas y el arquero.
Cualquiera sea la manera que decida el equipo, o la que cada situación que se va presentando durante el trámite del juego obliga a desarrollar, el fútbol no se agota ahí. Lo que debe complementar ese trabajo es qué hace cuando recupera la pelota. Qué decisiones y qué movimientos ejecuta individual y colectivamente para lograr transformarse de un disciplinado grupo vigilante a un transgresor y ambicioso equipo con ganas de ganar.
Esa parte fue la que le hizo falta al Junior en Chile. No hubo interés en pedir el balón, en hacer desmarques rápidos e inteligentes para poder salir de la posición retrasada en la que estuvo todo el partido. No hizo pases hacia delante porque no había jugadores que se dirigían en esa dirección. Fue, probablemente, el partido en donde más pases hacia atrás, especialmente hacia el arquero Mele, hizo Junior en los últimos tiempos.
La estrechez del resultado autoriza a mantener la ilusión de la clasificación intacta. Para mejorar el nivel funcional en el partido de vuelta, tendrá que recordar sus virtudes expuestas en otras ocasiones, y no olvidar que hay que ser capaz de intervenir con ganas, continuidad e inteligencia en las dos fases del juego. Atacar y defender; defender y atacar; no importa en qué orden, ojalá simultáneamente, pero hacerlo con eficacia durante la mayor parte del partido.